Este autor me produce emociones encontradas. Me encantó en Patria y Los Vencejos, me espantó en Hijos de la fábula y me ha parecido regular en esta última novela. La historia empieza con la explosión de gas en una escuela de Ortuella que dejó 50 niños y 3 adultos muertos. A partir de ahí, se centra en los modos de supervivencia de los distintos miembros de una familia: la madre, Mariaje, que habla con voz propia y proporciona la información para ver lo que hizo el abuelo, Nicasio, y el padre, José Miguel. Ante un suceso tan devastador, cada uno hace lo que puede. El abuelo decide negar la realidad y actuar como si el niño viviera con él; el padre intenta mantener la pareja unida y tener otro hijo, y la madre tira para adelante lo mejor que sabe. También incluye partes en las que el propio texto nos habla y se queja del autor, del tono o de exceso de sensiblería. Ese recurso no me parece que aporte ni reste nada a la novela. Hay varias cosas que no me han gustado. Por una parte, el tono que emplea la madre en su monólogo me resulta muy poco creíble en una mujer, sencilla, ama de casa de clase baja. Usa palabras muy cultas que no le pegan nada y hace que la voz resulte artificial. Por otro lado, en la última parte de la novela, se supone que han pasado trece años y la madre del niño dice que tiene treinta y tres. Teniendo en cuenta que el niño tenía seis cuando murió, debería haberlo tenido con catorce. O yo me he liado o algo falla. Lo mejor es el personaje del abuelo que resulta muy tierno y creíble.
EL NIÑO (MONA JACINTA)
Este autor me produce emociones encontradas. Me encantó en Patria y Los Vencejos, me espantó en Hijos de la fábula y me ha parecido regular en esta última novela. La historia empieza con la explosión de gas en una escuela de Ortuella que dejó 50 niños y 3 adultos muertos. A partir de ahí, se centra en los modos de supervivencia de los distintos miembros de una familia: la madre, Mariaje, que habla con voz propia y proporciona la información para ver lo que hizo el abuelo, Nicasio, y el padre, José Miguel. Ante un suceso tan devastador, cada uno hace lo que puede. El abuelo decide negar la realidad y actuar como si el niño viviera con él; el padre intenta mantener la pareja unida y tener otro hijo, y la madre tira para adelante lo mejor que sabe. También incluye partes en las que el propio texto nos habla y se queja del autor, del tono o de exceso de sensiblería. Ese recurso no me parece que aporte ni reste nada a la novela. Hay varias cosas que no me han gustado. Por una parte, el tono que emplea la madre en su monólogo me resulta muy poco creíble en una mujer, sencilla, ama de casa de clase baja. Usa palabras muy cultas que no le pegan nada y hace que la voz resulte artificial. Por otro lado, en la última parte de la novela, se supone que han pasado trece años y la madre del niño dice que tiene treinta y tres. Teniendo en cuenta que el niño tenía seis cuando murió, debería haberlo tenido con catorce. O yo me he liado o algo falla. Lo mejor es el personaje del abuelo que resulta muy tierno y creíble.