Llevo una racha de leer libros de autores que me gustan y que, por edad o por enfermedad, escriben obras reflexivas, como mirando a la vida desde el último tramo. Cada uno en su estilo, pero en todos se nota la importancia del paso del tiempo. Me lo pareció con Lecciones de Ian McEwan, con El último telesilla de John Irving que estoy leyendo ahora y con Baumgartner, de mi querido Paul Auster. No es que la novela sea un rollo espeso y filosófico (tampoco las otras lo son), como siempre Paul Auster se lee de un tirón, y esta novela, además, es breve. Su protagonista es un anciano profesor viudo. Al principio de la novela me pareció que iba a contar una historia del deterioro de la vejez. No, no es eso. El hombre recuerda su matrimonio con Ann, escribe una nueva obra, recuerda su infancia y a sus padres, tiene un nuevo amor. Pasan cosas, no es un libro melancólico, aunque los recuerdos tengan mucho peso. El presente también y Baumgartner sigue vivo, con intereses y proyectos, pero tiene una edad en la que de forma inevitable se hace balance. Y como en esas edades andamos, me ha resultado interesante.
BAUMGARTNER (MONA JACINTA)
Llevo una racha de leer libros de autores que me gustan y que, por edad o por enfermedad, escriben obras reflexivas, como mirando a la vida desde el último tramo. Cada uno en su estilo, pero en todos se nota la importancia del paso del tiempo. Me lo pareció con Lecciones de Ian McEwan, con El último telesilla de John Irving que estoy leyendo ahora y con Baumgartner, de mi querido Paul Auster. No es que la novela sea un rollo espeso y filosófico (tampoco las otras lo son), como siempre Paul Auster se lee de un tirón, y esta novela, además, es breve. Su protagonista es un anciano profesor viudo. Al principio de la novela me pareció que iba a contar una historia del deterioro de la vejez. No, no es eso. El hombre recuerda su matrimonio con Ann, escribe una nueva obra, recuerda su infancia y a sus padres, tiene un nuevo amor. Pasan cosas, no es un libro melancólico, aunque los recuerdos tengan mucho peso. El presente también y Baumgartner sigue vivo, con intereses y proyectos, pero tiene una edad en la que de forma inevitable se hace balance. Y como en esas edades andamos, me ha resultado interesante.