Mónica Gutiérrez lo ha vuelto a hacer: nos sumerge en un mundo del que da mucha pereza salir. En esta ocasión es un pueblo de los Pirineos, donde irá a refugiarse Abril después de una catástrofe profesional. Trevillés es muy pequeño, pero tiene todo lo necesario para ser feliz: una casa maravillosa con un jardín selvático; un club de lectura, otro de tejedoras, un bosque y mucha paz.
Abril se verá obligada a compartir la casa con Alex, que también anda buscando su sitio en el mundo. Juntos dirigirán la biblioteca y el club de lectura, que incluye a muchos de mis libros favoritos. Yo ya me veía allí, junto a la chimenea, con un té Earl Grey leyendo Drácula o Cumbres borrascosas. También se nota que la autora es más de invierno y paisajes fríos, neblinosos y un poco melancólicos. No me imagino una novela suya situada en un desierto o una jungla, ella es más de bosques encantados, páramos con brezo o pueblos pirenaicos. Como siempre, un placer.
Debería intentar lo de la novela en la jungla, por eso tan de moda de salir de la zona de confort, pero, mira, con lo a gusto que estoy junto a la chimenea, me parece que no ;-)) Muchas gracias, Laura. Un beso grande.
Deja, deja, lo de salir de la zona de confort es antifeelgood. Nosotras a la madriguera.