Después de leer Pisto a la bilbaína, sabía que Milhojas de jamón me iba a gustar, pero me ha sorprendido para bien, me parece más redonda, mejor que la anterior. Lo único que me preocupa es que el consejo de dirección de Iberdrola empiece a perseguir a José Francisco Alonso o le manden sicarios, porque muy bien no quedan en su novela, la verdad. En esta ocasión Loizaga, (para los que no lo conozcáis, es un profesor de filosofía que se dedica a investigar en sus ratos libres) investiga unos misteriosos crímenes perpetrados en la torre de Iberdrola en Bilbao. El primero, el que realmente interesa a Loizaga, es un humilde contable y el otro un miembro del consejo de administración de la empresa. Entre clases de filosofía (¡quién hubiera tenido un profesor como Loizaga!), suculentas comidas y jamones de jabugo la investigación se desarrolla, mucho más compleja de lo que parecía al principio. Interesante, divertida y mordaz. No os la perdáis.
