Lo malo que tienen las trilogías es que si las has empezado, tienes que terminarlas. Lo bueno, que te proporcionan muchas horas de disfrute. Me alegra pensar que todavía me falta Lágrimas de hielo, me da pena abandonar a Danae Winters y sus amigos. Esta novela es más dura que la anterior. Comienza con la protagonista prisionera de un hombre misterioso que se hace llamar el Alquimista, pero ¿es tan malo como parece? ¿o está a punto de revelarle a Danae secretos sobre sus poderes y turbios manejos de la Asamblea? Peligros, luchas, traiciones, amores y amistades se suceden en las páginas de Piel de acero con un ritmo que no te permite abandonar la lectura. No sé si voy a poder aguantar mucho antes de lanzarme a por el tercer volumen de La hija del viento...
