Cuando estás de bajón hay varias soluciones posibles:
1-Emborracharte y bailar sobre las mesas, pero deja resaca
2-Atiborrarte a dulces mientras ves tu serie favorita, pero engorda
3-Leer a Mónica Gutiérrez, que no tiene efectos secundarios, aunque produce una cierta adicción.
A Mónica le gustan las mismas cosas que a mí: los hoteles bonitos, el té Earl Grey, Londres, las librerías, el Oriente Express y Shakespeare.
De esta última afición nace esta novela cuya protagonista, Elsa, es la ayudante de dirección de Max Borges. Están embarcados en una producción de Macbeth que llevarán a Edimburgo y, quién sabe si a Londres. El teatro no es un mundo sencillo: primeros actores borrachos, brujas de Macbeth que se quedan embarazadas o son la antítesis de la fealdad, vestidos de ensueño en los que no resalta la sangre... Pero es que encima la vida también es complicada: novios dentistas que te traicionan, dudas sobre el futuro y hasta fantasmas escoceses. Pero mi vida es mucho más fácil y agradable con una novela de Mónica por las noches. La pena es que no me duran nada, se devoran. Corred a por ella.
Es que tenemos mucho en común, sí señora. Por eso era inevitable nuestra serendipia literaria, que me ha encantado. Mil gracias por volver a leerme y por prescribirme hasta sin receta para los días de bajón. Un beso grande.
Voy a escribir a la OMS para que hagan una recomendación oficial de leerte, sobre todo en otoño y primavera que la gente anda muy necesitada.