No suelo leer fantasía, por lo menos en los últimos tiempos. He de decir que a este género llegué tarde. Pseudomona me descubrió a Tolkien y quedé fascinada. Años después, cuando mis hijos eran pequeños, descubrí Las crónicas de Narnia, los libros de Cornelia Funke, la trilogía de Philippe Pullman (La brújula dorada). Animada por estos descubrimientos compré alguna otra trilogía (este género siempre viene en pack) y me equivoqué, porque también hay mucha morralla, como en todo género. Cuando mis hijos eran un poco más mayorcitos intenté aficionarles a la lectura a través de Harry Potter. Les gustó mucho, pero que se lo leyera yo por las noches, lo del habito de leer fue un fracaso. Mi último descubrimiento fue Philip Kerr, que aparte de unas novelas negras que me encantan, escribió una saga, Los hijos de la lámpara, también destinada a aficionar a sus hijos a la lectura (tampoco lo consiguió). Me encanta esa colección, aunque no están todos traducidos y alguno me he leído en inglés. Por cierto, los protagonistas son djinns, pero buenos.
En los últimos había abandonado por completo el género, pero me picó la curiosidad con la trilogía de Laura Pérez Larraya y me lancé a por Sangre de cristal. ¡Cómo he disfrutado! La fantasía tiene algo de devolverte a la niñez, a la época en que todo es posible, pero, claro, tiene que estar bien escrita para resultar creíble y sumergirte en la historia. La protagonista , Danae Winters, consigue su sueño al obtener una beca para la prestigiosa facultad de Somnus. Ciertamente será una experiencia inolvidable, pero no de la forma que ella pensaba. Lo he leído con avidez, como se lee de niño y me sentía protagonista de la historia. He pasado bastante rato pensando cuál sería mi elemento. Porque creo muy posible que me llamen de Somnus (si tienen un aula de la tercera edad). Por lo pronto soy capaz de ver la estrella de cuatro puntas.
La novela termina de una forma que hace que sea imprescindible leer la siguiente. Yo ya la he encargado. Podéis empezarla en Halloween, para darle más emoción.