Después de mi decepción con La nada oscura, he acertado con esta novela de Susana Martín Gijón. Definitivamente la voy a incluir en la lista de "escritoras a seguir". Ya me gustó Progenie, y esta nueva entrega de la inspectora Camino Vargas está muy bien. Es verano en Sevilla (me sofoco solo de imaginarlo) y en la ciudad aparecen tres cadáveres casi a la vez. Nada parece conectarlos: uno apaleado hasta la muerte; otro desmembrado y desollado, y el tercero empapuzado de comida hasta morir. La pobre Camino no está muy animada: su jefe (del que está secretamente enamorada) sigue de baja ; tiene que hacer funciones de jefa, lo que no le gusta, y se ha incorporado una nueva agente al equipo, Evita Gallego, que la irrita bastante.
No resulta fácil hacer creíble un asesino en serie en nuestro ambiente, me resulta mucho más fácil si sale Quantico, pero Susana Martín lo consigue. Otra cosa que me gusta mucho de sus novelas es que, aunque hay bastantes personajes secundarios, todos tiene algo que les da personalidad, cuerpo y hace que los distingas perfectamente, sin necesidad de extenderse en detalles inútiles. Apuntad el nombre de la autora, hay que seguirla.