La aparición de un hombre asesinado a golpes en una playa de Formentera lleva Bevilacqua a recordar su pasado en Euskadi porque el muerto es un exmiembro de ETA.
Por un lado se va desarrollando la investigación del crimen, y por otro vemos al protagonista de joven destinado en Guipuzcoa en plena época del terrorismo. El tono utilizado pretende ser mesurado, de alguien que se pregunta qué lleva a la gente de un pueblo a emprender una lucha terrorista, pero a mí me ha resultado un poco tramposa. La peor acción de la Guardia Civil que se describe es un puñetazo a un detenido, y sabemos que la historia no fue así. Lo soluciona diciendo que las torturas eran cosas del pasado, pero me parece una historia muy de buenos y malos, pese a todo el discurso final del libro que da título a la novela. No lo puedo evitar, Bevilacqua me cae mal. Es tan listo, tan culto, tan ponderado y horado que más parece Aristóteles que un Guardia Civil.
Con todo, la novela está bien. La trama es intersante, los cambios de tiempo están bien llevados y si sois fans de esta pareja lo pasaréis bien. Yo le doy tres monas porque creo que es una buena novela aunque a mí no me guste.
