Hay innumerables formas de hacer el turista. Una es que te lleven de paseo en calesa por las calles de Luxor mientras los niños de los barrios pobres te saludan y vas como la reina de Inglaterra devolviendo saludos desde la carroza. Hay vez que resulta imposible ser turista y mantener la dignidad. Atravesamos mercados, calles con carnicerías halal, tiendas de especias y de chilabas fashion. Hubiera sido bonito hacer el recorrido a pie. Luego nos llevaron al bazar "Ali Babá y el guiri" donde acabé comprando unas especias a precio de oro. Todo esto os lo cuento para que os deis cuenta de que no todo en mi viaje fue lujo y glamur, que hay peajes que pagar por ver sitios guays.
Al día siguiente, al alba para no perder la costumbre, salimos para ir a la excursión del Valle de los Reyes. Por el camino paramos a ver los colosos de Memnon, a los que bautizaron así los griegos. Dicen que uno de ellos cantaba o lloraba al amanecer llamando a su madre, Eos (la diosa de la aurora). Ella respondía a su llamada llorando, que es el rocío que queda en la tierra. Me pareció una leyenda bonita. Por lo visto luego repararon las grietas que tenía la estatua por las que se colaba el viento produciendo sonidos y se acabaron los cánticos. Luego fuimos al templo de Toth que contiene unas pinturas de colores muy bien conservadas y de ahí al Valle de los Reyes. Es un lugar fascinante. Tumbas excavadas en un paisaje lunar.
A la vuelta, Osama nos hizo parar en el taller de unos artesanos que fabrican y venden objetos de alabastro, basalto, escayola y granito. Todos horrendos sin excepción. No pensaba comprar nada y me dediqué a dar vueltas curioseando. Nos ofrecieron té porque, según dicen, la hospitalidad árabe es sagrada. En una mesita baja un enano ofrecía los vasitos de té. Me tomé uno por agradar sin saber que el enano era un ser maligno que me iba a perseguir por toda la tienda pidiendo propina mientras yo intentaba zafarme mirando atentamente los escarabajos de basalto, como si me fuera a comprar media docena. Por fin, decidí huir de la tienda. Otro de los innumerables parientes me abordó para hacerme un "regalo" un pedrolo sin tallar y un miniobelisco de alabastro. Ingenuamente, acepté el regalo y acto seguido me pidió propina.
Por acabar de sufrir le di unas monedas. En ese momento, el enano salio de detrás de unos matorrales y dijo "Me too!!!" Acorralada por las fuerzas del mal, tuve que rendirme y darle un euro. Entonces se puso farruco y dijo que dos. Ahí ya me empoderé y le dije que ni hablar. Abusón.
Coloso de Memnóm |
Al día siguiente, al alba para no perder la costumbre, salimos para ir a la excursión del Valle de los Reyes. Por el camino paramos a ver los colosos de Memnon, a los que bautizaron así los griegos. Dicen que uno de ellos cantaba o lloraba al amanecer llamando a su madre, Eos (la diosa de la aurora). Ella respondía a su llamada llorando, que es el rocío que queda en la tierra. Me pareció una leyenda bonita. Por lo visto luego repararon las grietas que tenía la estatua por las que se colaba el viento produciendo sonidos y se acabaron los cánticos. Luego fuimos al templo de Toth que contiene unas pinturas de colores muy bien conservadas y de ahí al Valle de los Reyes. Es un lugar fascinante. Tumbas excavadas en un paisaje lunar.
Templo de Toth |
Camino al Valle de los Reyes |
Templo de Toth |