Esta es una reseña de autobombo, de modo que si usted no soporta el autoelogio, le recomiendo que no siga leyendo. Porque usted comprenderá que si en el blog de una misma no le otorgan cinco monas, no se las van a conceder en ningún otro lugar. Además, la jefa siempre tiene razón, incluso cuando la tiene.
"Muerte entre las estrellas" y su autora Laura Balagué Gea —nuestra MONA JACINTA— no obtendrán nunca el premio Nobel, pero eso es porque los sucesivos jurados de ese premio tienen un concepto trascendente de la literatura y le dan el galardón a Bob Dylan o a tipos como Cela, en lugar de Delibes. Es decir, que el marketing y la mala educación puntúa mucho más que la calidad, el orden y los buenos modales.
Laura ha elaborado una novela policíaca (basta de tonterías de si negra o criminal) que transcurre durante el festival de cine de San Sebastián, un certamen que ella conoce como nadie, pues todos los años acude en calidad de periodista de blog a la mayor parte de las películas y ruedas de prensa. Su protagonista tiene algo de ella misma, mujer entrada en la cincuentena, trabajadora y que le resuelve las papeletas al jefe, un pavo real que sólo sabe lucir su plumaje. Donostia está presente en la obra como un personaje importante: sus calles, bares y restaurantes, los condicionantes del clima, que los que hemos nacido allí conocemos a la perfección.
Y el enigma es el asesinato de una estrella del cine porno. Una chica que es mucho más que alguien que vive de su cuerpo: una mujer brillante y comprometida. No voy a anticipar nada, porque quiero que ustedes la lean.
Me encantan algunos personajes de la familia de la protagonista, como el marido, Mikel —yo también me casaría con él— o la madre, con ese sentido común y rebelde de las madres vascas, de las que nunca hay que despreciar su poder.
Retrata desde dentro los entresijos de los escenarios del festival: Kursaal, Victoria Eugenia, María Cristina, Londres o Niza y desmenuza la psicología de los personajes para llegar a uno de los resultados posibles. No hay soluciones extravagantes ni personajes de último minuto que cargan con la culpa de todo. No hay trampas, ni se recurre a la magia para solucionar el caso. Es de verdad.
Es una novela de entretenimiento estupenda, te atrapa desde el principio y no te suelta hasta que lees "Agradecimientos". Pero no sólo es eso, que ya sería suficiente. Contiene una evidente crítica social y es un grito contra la hipocresía de determinados colectivos llenos de prejuicios. Podría seguir media hora más, pero prefiero que la lean, que merece la pena, y luego, si quieren, se van de pintxos.
"Muerte entre las estrellas" y su autora Laura Balagué Gea —nuestra MONA JACINTA— no obtendrán nunca el premio Nobel, pero eso es porque los sucesivos jurados de ese premio tienen un concepto trascendente de la literatura y le dan el galardón a Bob Dylan o a tipos como Cela, en lugar de Delibes. Es decir, que el marketing y la mala educación puntúa mucho más que la calidad, el orden y los buenos modales.
Laura ha elaborado una novela policíaca (basta de tonterías de si negra o criminal) que transcurre durante el festival de cine de San Sebastián, un certamen que ella conoce como nadie, pues todos los años acude en calidad de periodista de blog a la mayor parte de las películas y ruedas de prensa. Su protagonista tiene algo de ella misma, mujer entrada en la cincuentena, trabajadora y que le resuelve las papeletas al jefe, un pavo real que sólo sabe lucir su plumaje. Donostia está presente en la obra como un personaje importante: sus calles, bares y restaurantes, los condicionantes del clima, que los que hemos nacido allí conocemos a la perfección.
Y el enigma es el asesinato de una estrella del cine porno. Una chica que es mucho más que alguien que vive de su cuerpo: una mujer brillante y comprometida. No voy a anticipar nada, porque quiero que ustedes la lean.
Me encantan algunos personajes de la familia de la protagonista, como el marido, Mikel —yo también me casaría con él— o la madre, con ese sentido común y rebelde de las madres vascas, de las que nunca hay que despreciar su poder.
Retrata desde dentro los entresijos de los escenarios del festival: Kursaal, Victoria Eugenia, María Cristina, Londres o Niza y desmenuza la psicología de los personajes para llegar a uno de los resultados posibles. No hay soluciones extravagantes ni personajes de último minuto que cargan con la culpa de todo. No hay trampas, ni se recurre a la magia para solucionar el caso. Es de verdad.
Es una novela de entretenimiento estupenda, te atrapa desde el principio y no te suelta hasta que lees "Agradecimientos". Pero no sólo es eso, que ya sería suficiente. Contiene una evidente crítica social y es un grito contra la hipocresía de determinados colectivos llenos de prejuicios. Podría seguir media hora más, pero prefiero que la lean, que merece la pena, y luego, si quieren, se van de pintxos.
Gracias, Mónica. Que conste que el autobombo parte de otro miembro del Niu. No es que sea imparcial, claro, pero al menos no es tan descarado…
Pues muy fan de este autoelogio en concreto porque leí la novela a finales del año pasado y me lo pasé en grande. Creo que me gustó incluso más que la novela anterior de la inspectora Carmen, y eso que "Las pequeñas mentiras" era estupenda por su frescura. Es que, no sé vosotras, pero yo estoy un poquito cansada de tanto policía atormentado y autodestructivo, me encanta el estilazo de Carmen. Y además, en este caso, el Festival de Cine de San Sebastián le da un toque de glamour irresistible. Un abrazo!