Ha caído en mis manos. casi por casualidad, un ejemplar de "Gutiérrez se presenta", escrito por un tal Andrés Gastey, seudónimo que esconde a un diplomático español que ha prestado servicio en lugares tan dispares como Rusia, Argentina, Reino Unido, Nueva Zelanda o China.
Es, por tanto, una novela policíaca escrita por una persona culta y cosmopolita, que maneja con soltura el lenguaje y que lo hace con un agradable, sutil y particular sentido del humor.
La trama también tiene su encanto, un inspector gordito recién salido de la Academia llega a un pueblito de Cataluña, cuya comisaría de policía está rebosante de corrupción desde el primero hasta el último de sus integrantes. El novato intenta poner orden y resolver el asesinato del cacique local, que acaba de ocurrir. Naturalmente se produce un choque de trenes con las fuerzas vivas de la localidad: alcalde, caciques, juez, su propio jefe y el resto de la comisaría. Y hasta ahí puedo leer...
Con esas condiciones, la novela tenía todos los ingredientes para que me fascinara. Y reconozco que he disfrutado de su desarrollo.
Solo tiene un pero, pero que para mí es importante. La novela es tramposa. ¿Que qué quiero decir con eso? Que el autor se saca de la manga, es decir, en la últimas 15 páginas, un culpable del que no había hablado en toda la obra.
Es cierto que explicado el porqué de sus actos, la coherencia del personaje no queda malparada, pero es una trampa tan grande como el acantilado por el que tratan de despeñar al inspector.
Creo que el diplomático, de nombre Marcos, licenciado en derecho por Madrid y París, traductor de inglés y ruso, ha publicado bajo el mismo seudónimo, alguna otra obra con el mismo protagonista, titulada "Gutiérrez y el imperio del mal", fruto de su experiencia en Moscú. Habrá que leerla.
Es, por tanto, una novela policíaca escrita por una persona culta y cosmopolita, que maneja con soltura el lenguaje y que lo hace con un agradable, sutil y particular sentido del humor.
La trama también tiene su encanto, un inspector gordito recién salido de la Academia llega a un pueblito de Cataluña, cuya comisaría de policía está rebosante de corrupción desde el primero hasta el último de sus integrantes. El novato intenta poner orden y resolver el asesinato del cacique local, que acaba de ocurrir. Naturalmente se produce un choque de trenes con las fuerzas vivas de la localidad: alcalde, caciques, juez, su propio jefe y el resto de la comisaría. Y hasta ahí puedo leer...
Con esas condiciones, la novela tenía todos los ingredientes para que me fascinara. Y reconozco que he disfrutado de su desarrollo.
Solo tiene un pero, pero que para mí es importante. La novela es tramposa. ¿Que qué quiero decir con eso? Que el autor se saca de la manga, es decir, en la últimas 15 páginas, un culpable del que no había hablado en toda la obra.
Es cierto que explicado el porqué de sus actos, la coherencia del personaje no queda malparada, pero es una trampa tan grande como el acantilado por el que tratan de despeñar al inspector.
Creo que el diplomático, de nombre Marcos, licenciado en derecho por Madrid y París, traductor de inglés y ruso, ha publicado bajo el mismo seudónimo, alguna otra obra con el mismo protagonista, titulada "Gutiérrez y el imperio del mal", fruto de su experiencia en Moscú. Habrá que leerla.