Dirección Aki Kaurismäki
Intérprrtes: Kati Outinen, Tommi Korpela, Sakari Kuosmanen, Janne Hyytiäinen, Ilkka Koivula, Kaija Pakarinen, Nuppu Koivu, Tuomari Nurmio, Sherwan Haji
Escribió la Mona Jacinta a propósito de El hijo de Jean: “Estaba la cartelera un poco densa este fin de semana, con esas pelis muy buenas que dan pereza: una finlandesa, un documental sobre la historia de los negros en EEUU o una de Villaronga.” Pues pronta y bienmadamente me metí a la finlandesa. Y no mentía la Mona Jacinta. Densa. Quizá sea la mejor palabra que defina a El otro lado de la esperanza. Pero, en mi opinión, no es nada peyorativo. La densidad es de cine. Como acostumbra Aki Kaurismäki en sus películas, los personajes hablan lo justo, dejando mucho espacio a las imágenes y a los sonidos sin palabras, o sea, al cine. No sé si es una cosa propia de Kaurismäki o de los finlandeses en general. Cuando la palabra lo inunda todo en este mundo moderno, en El otro lado de la esperanza sólo aparece cuando es justa y necesaria. Es más, la película ponen en duda el propio relato verbal de su protagonista cuando se ve obligado a narrar su historia. Intento inútil que, de nuevo con unas breves palabras, echan por tierra su esperanza. ¿Podemos conocer la historia de alguien a través de sus palabras? La palabra es muy poderosa, entre otras cosas, tiene el poder de contradecir la verdad. Kaurismäki la pone en duda y apuesta todo a la baza cinematográfica. No es casualidad que otro de sus personajes se apueste todo a la baza de la esperanza. Kaurismäki no inventa nada. Todos sus planos parece que podrían haberlos firmado cualquier autor de cine clásico. No explora caminos formales. Todo es de una aparente sencillez solo interrumpida por la ya imprescindible banda sonora de rock finlandés con las que Kaurismaki adereza todas sus historias. Muchos espectadores rechazarán el ritmo lento, buscan entretenimiento, pero aquellos que resistan la propuesta de Kaurismäki se llevarán la siempre gratificante experiencia de haber vivido un relato cinematográfico, por encima de cualquier otra cosa. Eso que tiene el cine propio y exclusivo del cine. Arrancan los diarios de Kafka con: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”. Polémica frase de la literatura. Algo así le pasa a Kaurismäki. Él a lo suyo, nada más parecido a una película de Aki Kaurismäki que otra película de Aki Kaurismäki, sin embargo, narra acontecimientos de rabiosa actualidad. Ahora eso sí, que nadie espere nada ni parecido a lo que hoy se encuentra en cualquier medio de comunicación. Aki es un cineasta. Sólo el cine puede mostrar lo que lo demás no puede.
Intérprrtes: Kati Outinen, Tommi Korpela, Sakari Kuosmanen, Janne Hyytiäinen, Ilkka Koivula, Kaija Pakarinen, Nuppu Koivu, Tuomari Nurmio, Sherwan Haji
Escribió la Mona Jacinta a propósito de El hijo de Jean: “Estaba la cartelera un poco densa este fin de semana, con esas pelis muy buenas que dan pereza: una finlandesa, un documental sobre la historia de los negros en EEUU o una de Villaronga.” Pues pronta y bienmadamente me metí a la finlandesa. Y no mentía la Mona Jacinta. Densa. Quizá sea la mejor palabra que defina a El otro lado de la esperanza. Pero, en mi opinión, no es nada peyorativo. La densidad es de cine. Como acostumbra Aki Kaurismäki en sus películas, los personajes hablan lo justo, dejando mucho espacio a las imágenes y a los sonidos sin palabras, o sea, al cine. No sé si es una cosa propia de Kaurismäki o de los finlandeses en general. Cuando la palabra lo inunda todo en este mundo moderno, en El otro lado de la esperanza sólo aparece cuando es justa y necesaria. Es más, la película ponen en duda el propio relato verbal de su protagonista cuando se ve obligado a narrar su historia. Intento inútil que, de nuevo con unas breves palabras, echan por tierra su esperanza. ¿Podemos conocer la historia de alguien a través de sus palabras? La palabra es muy poderosa, entre otras cosas, tiene el poder de contradecir la verdad. Kaurismäki la pone en duda y apuesta todo a la baza cinematográfica. No es casualidad que otro de sus personajes se apueste todo a la baza de la esperanza. Kaurismäki no inventa nada. Todos sus planos parece que podrían haberlos firmado cualquier autor de cine clásico. No explora caminos formales. Todo es de una aparente sencillez solo interrumpida por la ya imprescindible banda sonora de rock finlandés con las que Kaurismaki adereza todas sus historias. Muchos espectadores rechazarán el ritmo lento, buscan entretenimiento, pero aquellos que resistan la propuesta de Kaurismäki se llevarán la siempre gratificante experiencia de haber vivido un relato cinematográfico, por encima de cualquier otra cosa. Eso que tiene el cine propio y exclusivo del cine. Arrancan los diarios de Kafka con: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”. Polémica frase de la literatura. Algo así le pasa a Kaurismäki. Él a lo suyo, nada más parecido a una película de Aki Kaurismäki que otra película de Aki Kaurismäki, sin embargo, narra acontecimientos de rabiosa actualidad. Ahora eso sí, que nadie espere nada ni parecido a lo que hoy se encuentra en cualquier medio de comunicación. Aki es un cineasta. Sólo el cine puede mostrar lo que lo demás no puede.