Director: Gustavo Dudamel
Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela
Una aclaración que sobra y que es para los muy despistados: La Novena Sinfonía no la escrito yo, sino Ludwig Van Beethoven. Hace ya casi un par de siglos. Mientras tanto en Latinoamérica andaban viendo cómo quitarse a los españoles de encima.
Más que una recomendación para que vayáis a ver y, sobretodo, escuchar, a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela dirigida por Gustavo Dudamel, esto que escribo es para daros envidia cochina porque ha celebrado un concierto extraordinario en el Auditorio Nacional de Madrid y ya no hay más. ¡Qué jodida maravilla! Os guste la música clásica o no, ha sido una verdadera experiencia asistir a este concierto. Lo mismo opinó el resto del público. Nos dolían las manos de tanto aplaudir.
Resulta curiosísimo que una orquesta sinfónica latinoamericana nos interprete la Novena Sinfonía de Beethoven a los europeos y que no nos suene a una conexión con Eurovisión. ¡El himno de la alegría puede molar! O por lo menos mola si lo tocan estos bolivarianos a los que dábamos por muertos de hambre. Algo se cortocircuita viendo al público madrileño rendido ante nadie que ose llevar a Bolívar en su título y acompañados por el Orfeó Catalá. No sé, muy raro todo. Es como que el mundo fuera otro durante hora y media. ¡Sí, sólo hora y media! Que pasa como si fueran 15 minutos. ¿Ya? Gustavo Dudamel y su orquesta mágica tienen el secreto del dominio del ritmo, que es como dominar el tiempo, que casi no existe cuando suena la Simón Bolívar dirigida por el maestro de Barquisimeto. Uno de tantos herederos de aquello que se llamó El Sistema, el proyecto de un loco maestro (Jose Antonio Abreu) que se puso a dar clases de música a unos niños en un garaje y que hoy ha conseguido formar a media población venezolana. Muy impactante. Sobretodo el resultado. Mis oídos son hoy un poco más finos y el mundo me parece hoy un sitio más habitable.
Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela
Una aclaración que sobra y que es para los muy despistados: La Novena Sinfonía no la escrito yo, sino Ludwig Van Beethoven. Hace ya casi un par de siglos. Mientras tanto en Latinoamérica andaban viendo cómo quitarse a los españoles de encima.
Más que una recomendación para que vayáis a ver y, sobretodo, escuchar, a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela dirigida por Gustavo Dudamel, esto que escribo es para daros envidia cochina porque ha celebrado un concierto extraordinario en el Auditorio Nacional de Madrid y ya no hay más. ¡Qué jodida maravilla! Os guste la música clásica o no, ha sido una verdadera experiencia asistir a este concierto. Lo mismo opinó el resto del público. Nos dolían las manos de tanto aplaudir.
Resulta curiosísimo que una orquesta sinfónica latinoamericana nos interprete la Novena Sinfonía de Beethoven a los europeos y que no nos suene a una conexión con Eurovisión. ¡El himno de la alegría puede molar! O por lo menos mola si lo tocan estos bolivarianos a los que dábamos por muertos de hambre. Algo se cortocircuita viendo al público madrileño rendido ante nadie que ose llevar a Bolívar en su título y acompañados por el Orfeó Catalá. No sé, muy raro todo. Es como que el mundo fuera otro durante hora y media. ¡Sí, sólo hora y media! Que pasa como si fueran 15 minutos. ¿Ya? Gustavo Dudamel y su orquesta mágica tienen el secreto del dominio del ritmo, que es como dominar el tiempo, que casi no existe cuando suena la Simón Bolívar dirigida por el maestro de Barquisimeto. Uno de tantos herederos de aquello que se llamó El Sistema, el proyecto de un loco maestro (Jose Antonio Abreu) que se puso a dar clases de música a unos niños en un garaje y que hoy ha conseguido formar a media población venezolana. Muy impactante. Sobretodo el resultado. Mis oídos son hoy un poco más finos y el mundo me parece hoy un sitio más habitable.