La mano izquierda de Peter Pan
Silvia Herreros de Tejada
Silvia Herreros de Tejada es una escritora particular, particular. La mano izquierda de Peter Pan es su primera novela que en realidad son dos. Muy bien engarzadas. Las acciones se interrumpen como se interrumpen las velocidades en un automóvil con marchas, es decir, para seguir avanzando más y más rápido. O como un cocktail bien mezclado, no agitado, que diría James Bond, en donde se distinguen bien los sabores, pero el resultado es uno. El ritmo es frenético y al lector apenas le queda tiempo para reflexionar porque todo sigue adelante aceleradamente.
La estructura es impecable, como a menudo lo son en las películas que llegan de Hollywood, y está al servicio de dos tramas bien diferentes. Una elevadísima y otra que roza el disparate y lo insustancial. Esto, que a muchos les pudiera irritar, a mí es lo que más me gusta, es más, me chifla. Sin tener nada que ver, me recuerda a las obras gamberras de Eduardo Mendoza o algunas que la propia obra se marca como referentes como La princesa prometida. Si bien en una de sus tramas vuela alto, muy alto, altísimo, en busca del amor verdadero y el resultado es conmovedor, en la otra, su clímax apenas despega un palmo del suelo. Es como si al final no se atreviese a tomarse en serio a sí misma o como si no quisiera apostar del todo por la comedia, el esperpento o el vodelvil tan brillantemente construido a través de la lucha de sexos, —en ocasiones muy explícito, alerta pudorosos— que la acercan al gran periodo clásico de la mejor comedia hollywoodiense del pasado siglo, Lubitsch: Wilder, Capra, Sturges, Hawks… Una pena para quienes amamos tanto la comedia como el esperpento y el vodevil, porque el final nos deja un poco fríos. ¡Si lo tenía! O quizá simplemente es que nos da rabia que se acabe y no poder seguir disfrutando de David y Moira y, en realidad, cualquier final posible resultaría decepcionante al tener que abandonar Nunca Jamás y volver a oír las manecillas del reloj: tic-tac, tic-tac, que nos devuelven a la realidad suspendida por casi quinientas páginas que nos saben a poco.
Silvia Herreros de Tejada
Silvia Herreros de Tejada es una escritora particular, particular. La mano izquierda de Peter Pan es su primera novela que en realidad son dos. Muy bien engarzadas. Las acciones se interrumpen como se interrumpen las velocidades en un automóvil con marchas, es decir, para seguir avanzando más y más rápido. O como un cocktail bien mezclado, no agitado, que diría James Bond, en donde se distinguen bien los sabores, pero el resultado es uno. El ritmo es frenético y al lector apenas le queda tiempo para reflexionar porque todo sigue adelante aceleradamente.
La estructura es impecable, como a menudo lo son en las películas que llegan de Hollywood, y está al servicio de dos tramas bien diferentes. Una elevadísima y otra que roza el disparate y lo insustancial. Esto, que a muchos les pudiera irritar, a mí es lo que más me gusta, es más, me chifla. Sin tener nada que ver, me recuerda a las obras gamberras de Eduardo Mendoza o algunas que la propia obra se marca como referentes como La princesa prometida. Si bien en una de sus tramas vuela alto, muy alto, altísimo, en busca del amor verdadero y el resultado es conmovedor, en la otra, su clímax apenas despega un palmo del suelo. Es como si al final no se atreviese a tomarse en serio a sí misma o como si no quisiera apostar del todo por la comedia, el esperpento o el vodelvil tan brillantemente construido a través de la lucha de sexos, —en ocasiones muy explícito, alerta pudorosos— que la acercan al gran periodo clásico de la mejor comedia hollywoodiense del pasado siglo, Lubitsch: Wilder, Capra, Sturges, Hawks… Una pena para quienes amamos tanto la comedia como el esperpento y el vodevil, porque el final nos deja un poco fríos. ¡Si lo tenía! O quizá simplemente es que nos da rabia que se acabe y no poder seguir disfrutando de David y Moira y, en realidad, cualquier final posible resultaría decepcionante al tener que abandonar Nunca Jamás y volver a oír las manecillas del reloj: tic-tac, tic-tac, que nos devuelven a la realidad suspendida por casi quinientas páginas que nos saben a poco.
Hola, Juli Gan. Bienvenida a nuestro Niu, aunque esta crítica es de Jamona que es una mona madrileña. Creo que he hecho mejor cambio que tú, Donostia es mucho más bonito que Manresa (yo viví cerca de pequeña, en Castellbell i Vilar). Caldereros fue el primer fin de semana de febrero. Diluvió!!!
Hola, amigues del niu de mones. No coneixia el terme tot i que visc, fa anys, a la catalunya Central. Creo que yo he hecho el camino a la inversa, porque siendo donostiarra he acabado viviendo en Manresa. No conozco la novela a la que hacéis referencia, pero me la apunto. Salutacions, agurrak. ¿Los caldereros fueron la semana pasada, verdad?