Dirección: Eloy Domínguez
Documental.
El premio DOCMA de Alcances consiste en la distribución en salas de cine de películas que, de no obtener el premio, difícilmente conseguirían exhibirse. Y es una pena porque la película de Eloy Domínguez es interesantísima. Y eso a pesar de ser una película del yo. Reconozco que tengo mis reservas hacia este tipo de películas. Quizá los problemas que me parece que tiene NO COW IN THE ICE vienen de ahí. Las películas del yo obligan al espectador a convertirse en una suerte de psicoanalista. Para los que no somos argentinos, es una ejercicio un poco cansino. Además, en mi caso, creo que soy el peor psicoanalista del mundo porque me lanzo a juzgar sin ton ni son y enseguida empiezo a poner en duda todo lo que me cuentan para desenmascarar al narrador mentiroso, una de mis obsesiones recurrentes y pasiones inútiles. No me atrevería a decir que Eloy Domínguez miente, sino que construye un personaje a su medida, quizá demasiado victimista y obvia al espectador pasajes que ameritan una explicación. Pero no querría centrar la crítica en esto sino exponer las grandes virtudes de NO COW IN THE ICE, que las tiene. El título es una expresión sueca que hay que ver la película para entenderla y que quiere decir que todo está bien. La película de Eloy Domínguez, entre otras cosas, narra el proceso de aprendizaje del idioma sueco por parte del propio Eloy en su larga estancia de al menos dos años en Suecia a donde viajó para intentarse ganarse la vida. Brillante, muy brillante, es la construcción de ese proceso, utilizando hasta el más mínimo recurso como los subtítulos para narrar ese fascinante proceso en el que un ser humano no puede comunicarse con sus semejantes y cómo poco a poco, va superando la barrera idiomática. Sólo por eso la película justifica los merecidísimos premios que ha obtenido y los que aún están por llegar. Esperamos ansiosos las nuevas producciones de Eloy Domínguez, cineasta ansioso e inquieto con mucha intuición y por supuesto, talento.
Documental.
El premio DOCMA de Alcances consiste en la distribución en salas de cine de películas que, de no obtener el premio, difícilmente conseguirían exhibirse. Y es una pena porque la película de Eloy Domínguez es interesantísima. Y eso a pesar de ser una película del yo. Reconozco que tengo mis reservas hacia este tipo de películas. Quizá los problemas que me parece que tiene NO COW IN THE ICE vienen de ahí. Las películas del yo obligan al espectador a convertirse en una suerte de psicoanalista. Para los que no somos argentinos, es una ejercicio un poco cansino. Además, en mi caso, creo que soy el peor psicoanalista del mundo porque me lanzo a juzgar sin ton ni son y enseguida empiezo a poner en duda todo lo que me cuentan para desenmascarar al narrador mentiroso, una de mis obsesiones recurrentes y pasiones inútiles. No me atrevería a decir que Eloy Domínguez miente, sino que construye un personaje a su medida, quizá demasiado victimista y obvia al espectador pasajes que ameritan una explicación. Pero no querría centrar la crítica en esto sino exponer las grandes virtudes de NO COW IN THE ICE, que las tiene. El título es una expresión sueca que hay que ver la película para entenderla y que quiere decir que todo está bien. La película de Eloy Domínguez, entre otras cosas, narra el proceso de aprendizaje del idioma sueco por parte del propio Eloy en su larga estancia de al menos dos años en Suecia a donde viajó para intentarse ganarse la vida. Brillante, muy brillante, es la construcción de ese proceso, utilizando hasta el más mínimo recurso como los subtítulos para narrar ese fascinante proceso en el que un ser humano no puede comunicarse con sus semejantes y cómo poco a poco, va superando la barrera idiomática. Sólo por eso la película justifica los merecidísimos premios que ha obtenido y los que aún están por llegar. Esperamos ansiosos las nuevas producciones de Eloy Domínguez, cineasta ansioso e inquieto con mucha intuición y por supuesto, talento.