Dirección: Fernando León de Aranoa
Documental
Para cualquier cineasta de cine documental es un chollo que un grupo político que aspira al poder te de permiso para grabarlos a lo largo de su campaña. En el caso de PODEMOS, en España, además, acababan de nacer. El peligro es caer en la propaganda y no deja de ser interesante descubrir la dimensión política (no la partidaria) que toda película tiene, cuando su tema es precisamente el político.
Fernando León aguanta bien el pulso. No cae en el proselitismo, desde luego, y he disfrutado como una mona cuando he podido ver las bambalinas desde donde se cocinan el poder. Mis problemas con esta película vienen más bien por lo contrario, esa otra parte de la historia construida a través de entrevistas como las que estamos acostumbrados a ver en televisión. Entiendo que el público no familiarizado con la actualidad política de España necesite un contexto, pero para mi gusto en Política, manual de instrucciones pesa demasiado esa parte y demasiado poco la contraria. Aún así, no deja de ser un experimento fascinante, heredero de Primary de Robert Drew sobre Kennedy o 1974, Une partie a la campagne, de Raymond Depardon, que no se estrenó hasta varios años después por voluntad de su protagonista, Valéry Giscard d’Estaing.
Una película sobre el poder debe responder siempre a la pregunta de: ¿qué tiene el cine que pueda inquietar al poder? En Política, manual de instrucciones esta pregunta queda muy desdibujada, apenas esbozada.
Documental
Para cualquier cineasta de cine documental es un chollo que un grupo político que aspira al poder te de permiso para grabarlos a lo largo de su campaña. En el caso de PODEMOS, en España, además, acababan de nacer. El peligro es caer en la propaganda y no deja de ser interesante descubrir la dimensión política (no la partidaria) que toda película tiene, cuando su tema es precisamente el político.
Fernando León aguanta bien el pulso. No cae en el proselitismo, desde luego, y he disfrutado como una mona cuando he podido ver las bambalinas desde donde se cocinan el poder. Mis problemas con esta película vienen más bien por lo contrario, esa otra parte de la historia construida a través de entrevistas como las que estamos acostumbrados a ver en televisión. Entiendo que el público no familiarizado con la actualidad política de España necesite un contexto, pero para mi gusto en Política, manual de instrucciones pesa demasiado esa parte y demasiado poco la contraria. Aún así, no deja de ser un experimento fascinante, heredero de Primary de Robert Drew sobre Kennedy o 1974, Une partie a la campagne, de Raymond Depardon, que no se estrenó hasta varios años después por voluntad de su protagonista, Valéry Giscard d’Estaing.
Una película sobre el poder debe responder siempre a la pregunta de: ¿qué tiene el cine que pueda inquietar al poder? En Política, manual de instrucciones esta pregunta queda muy desdibujada, apenas esbozada.