No sé si sabréis que Mona-da está viviendo en Buenos Aires. Como la echábamos de menos en el Niu, Pseudomona y yo decidimos ir a visitarla y os vamos a ofrecer nuestra crónica de Monas porteñas como hacen los periódicos con sus ediciones vernaiegas: mucha tontería y poco contenido. Y fotos, eso sí.
Lo primero que puede decirse de Buenos Aires es que está lejos. Muy lejos. 12 horas de avión en una postura propia de un faquir, alimentado a base de productos plasticosos, en compañía de otros 400 viajeros, supervisado por unas azafatas que te tratan como maestras condescendientes y un azafato salido de una película de Almodóvar (al pasajero sentado detrás de mi no le quiso dar sacarina porque se había comido el postre!) es más de lo que un ser humano está preparado para resistir. Pero las monas son intrépidas y no se asustan fácilmente. Después de pasar unos fuets y quesos por la aduana como si fuéramos traficantes de cocaina (esto lo hizo Pseudomona, que es mucho más intrépido que servidora) cogimos un taxi.
Buenos Aires no es para hacérsela andando |
Lo que más nos llamó la atención de la ciudad es que es como un collage de muchas ciudades mezcladas: ahora estás en Barcelona, ahora en París, ahora en una ciudad americana y ahora en un pueblo de Guatemala. Hay lugares preciosos y otros horribles. En cualquier caso, el urbanismo no debe figurar en los planes de estudios. Todo esta hecho a la "como a mí me de la gana". Por ejemplo, las aceras. Cada vecino se encarga del trozo frente a su casa, con lo que, cada uno pavimenta a su gusto, arregla o no los socavones y limpia o no su acera. Caminar se convierte en una aventura: evitando agujeros, esquivando cacas de perro e intentando no perderte ninguno de los maravillosos edificios que te rodean.
Casita tipo Barcelona |
Puerto Madero o New York |
La Recoleta o quizás París |
El Papa levanta pasiones |
Yo había estado a punto de pedir sacarina. Suerte que me contuve!!
Me he reído a la vez que indignado con el azafato.