PENSIÓN LEONARDO


Cuando Rosa Ribas publica un libro me entra alegría de vivir. O de leer, no sé, pero alegría. Porque sé que me va a gustar. Da igual que sea policíaca, escrita con Sabine Hofmann o sola, siempre me gustan. Y Pensión Leonardo no me ha decepcionado. Volvemos a la Barcelona de los años 60, una posguerra tardía la podríamos llamar, porque la sombra de la guerra y sus secuelas siguen presentes. Los padres de la protagonista son dueños de una pensión en el Poble Sec y allí vive Lali, una niña de 12 años que está en ese límite entre la infancia y la adolescencia en el que le interesan los tebeos, las muñecas recortables, la historia oculta de su familia y los huéspedes de la pensión de los que se siente responsable. Aunque he tenido una infancia mucho más fácil, esa niña me recuerda a mí (además, ¡cumple los años el mismo día que yo!) En nuestra infancia las penas, las preocupaciones, los miedos no se compartían. Los padres bastante tenían con lo suyo, los hermanos compartían risas y riñas, pero tu mundo era tuyo y lo manejabas como podías. A través de los ojos de Lali vemos historias de familia, de barrio y de esa época en la que, a pesar de los pesares, te apañabas para ser más o menos feliz. Desde aquí hago un llamamiento, si alguien conoce a Rosa Ribas, que me la presente, por favor. No sé qué le diría, pero por lo menos le haría una reverencia, la ola o me quitaría el sombrero.¡Qué gusto de escritura!

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