
Una nevada deja al grupo aislado con el cadáver de uno de los invitados que, casualmente, ocupaba el mismo cuarto donde murió el padre de la chica. El ambiente se vuelve claustrofóbico: la comida empieza a escasear, hace frío porque la leña se está acabando y todos se miran entre sí con desconfianza. El personaje de Sarah es todo un acierto. Es una mujer llena de sentido común, valor y capacidad de observación. También me parece muy logrado el progresivo enrarecimiento del clima que se da entre los moradores de la casa. El único pero que le pongo es que varios de los invitados tienen perfiles un poco semejantes: hombres jóvenes que podían tener tratos de negocios con el padre y estar interesados en la hija. Eso hace que sea un poco confuso verlos con claridad, con personalidad propia. En cualquier caso, voy a explorar más el mundo de Mignon G. Eberhart.
