
Con motivo del viaje a Islandia del que acabamos de volver, cogí un par de novelas islandesas para ambientarme. La primera que leí fue
El grito, que es de mucho miedo. Comienza con un crimen del que una niña es testigo desde debajo de la cama de sus padres. Un crimen atroz. No os voy a contar en qué consiste, pero imaginad algo del tipo de meterle un taladro por la oreja a alguien. Un policía y una psicóloga que se encarga de la niña son los protagonistas. Por supuesto, ese no va a ser el único crimen y estás en tensión todo el rato por a quién van a matar, sobre todo con una niña por medio. La verdad es que, viendo Reikiavik, no me imagino psicópatas por las calles. Con ese frío estarán todos tomando chocolate en su casa. La novela mantiene muy bien la tensión y tiene un desenlace sorprendente.