Jon Arretxe nos tortura. Y no me parece bien, los fieles seguidores de Touré no nos merecemos estos malos ratos. Ya suponía yo que no iban a ser todo alegrías, pero es que al pobre cada vez le pasan cosas más gordas.
La novela empieza bien: Touré vive en París con Yareliz, la mujer que conoció en No digas nada. Su forma de ganarse la vida les proporciona excelentes ingresos y, por primera vez, nuestro amigo nada en la abundancia. Acude a restaurantes, viste ropa buena y todo parece sonreírle. Pero donde está Touré aparecen los problemas, parece que los atrae, y esa vida de lujo y glamour no podía durar. Habra jóvenes desparecidas, polis chungos, mafias chinas y facetas del protagonista que no esperábamos. Sufrimos y disfrutamos a partes iguales. Ya estoy esperando la siguiente novela...