Ya sabéis de mi profunda pasión por Jon Arretxe y por Touré que me ha llevado a perseguirlo por toda la geografía vasca (al autor, Touré vive en mis estanterías). De manera que, aprovechando su presencia en Plentzia, me hice con la última novela de la saga, lo que Arretxe dijo que nunca iba a escribir: un rural noir.
Como él mismo dice, es un hombre sin palabra y, pese a sus juramentos, lo ha escrito. Y es estupendo. En esta ocasión, el pobré Touré ha huido de Bilbao y se ha refugiado en un pueblo que es cualquier cosa menos idílico. Trabaja de chico para todo de un pastor a cambio de casi nada y, como siempre, se ve envuelto en unos líos tremendos que arrancan cuando aparece un burro decapitado con una motosierra. Tranquila vida rural, dicen... La miseria y los problemas son casi peores que en las calles de San Francisco, suerte que se echa un colega senegalés y que Touré siempre sale adelante, porque si no...
La verdad es que la huida hacia adelante del personaje no sé dónde lo va a llevar, sufro mucho con sus desventuras, pero no puedo dejar de leerlas y, por supuesto, de recomendarlas.
Como él mismo dice, es un hombre sin palabra y, pese a sus juramentos, lo ha escrito. Y es estupendo. En esta ocasión, el pobré Touré ha huido de Bilbao y se ha refugiado en un pueblo que es cualquier cosa menos idílico. Trabaja de chico para todo de un pastor a cambio de casi nada y, como siempre, se ve envuelto en unos líos tremendos que arrancan cuando aparece un burro decapitado con una motosierra. Tranquila vida rural, dicen... La miseria y los problemas son casi peores que en las calles de San Francisco, suerte que se echa un colega senegalés y que Touré siempre sale adelante, porque si no...
La verdad es que la huida hacia adelante del personaje no sé dónde lo va a llevar, sufro mucho con sus desventuras, pero no puedo dejar de leerlas y, por supuesto, de recomendarlas.