Voy conociendo a tanta gente del mundo de la novela negra que no doy abasto para leerme todo lo que escriben. Ya os dije que volví de Plentzia con una carretilla de libros, más los que traje de Portugalete, como este de Juan Infante.
He disfrutado mucho con El precio del silencio, aunque quizás debiera haber empezado por Atrapado que es anterior y del mismo protagonista, aunque Juan me ha asegurado que no importa el orden.
Aquí su personaje, Garrincha (un delincuente retirado al que siempre le surgen flecos que le obligan a volver) debe ayudar a Lucia, hija de un famosos narcotraficante que acaba de morir, a solucionar un chantaje que puede afectar al propio Garrincha. Por otro lado, los ertzainas Sara Cohen y Miguel Frabetti intentan averiguar qué manejos se trae todo el mundo y ser más rápidos que los delincuentes. Es de esas novelas en las que empatizas más con los malos que con la ertzaintza, aunque Garrincha es mucho más buena persona que Ripley, lo que pasa es que a veces las cosas se complican...
He disfrutado callejeando por Bilbao, Neguri y Madrid de la mano del autor, que nos hace ver y sentir los sitios (qué ganas de tomar un negroni...). Pues eso, buena lectura para las vacaciones.
He disfrutado mucho con El precio del silencio, aunque quizás debiera haber empezado por Atrapado que es anterior y del mismo protagonista, aunque Juan me ha asegurado que no importa el orden.
Aquí su personaje, Garrincha (un delincuente retirado al que siempre le surgen flecos que le obligan a volver) debe ayudar a Lucia, hija de un famosos narcotraficante que acaba de morir, a solucionar un chantaje que puede afectar al propio Garrincha. Por otro lado, los ertzainas Sara Cohen y Miguel Frabetti intentan averiguar qué manejos se trae todo el mundo y ser más rápidos que los delincuentes. Es de esas novelas en las que empatizas más con los malos que con la ertzaintza, aunque Garrincha es mucho más buena persona que Ripley, lo que pasa es que a veces las cosas se complican...
He disfrutado callejeando por Bilbao, Neguri y Madrid de la mano del autor, que nos hace ver y sentir los sitios (qué ganas de tomar un negroni...). Pues eso, buena lectura para las vacaciones.